martes, 30 de abril de 2019

Tres maneras de inducir un coma


Federico vive con su madre. Tiene cuarenta años y está desempleado. Una mañana, en la piscina municipal a la que acude regularmente, recibe una llamada telefónica de Natalia Mendoza, que ha visto su anuncio por palabras en un periódico y quiere hacerle un encargo especial. Natalia -otrora Eduardo, pues nació hombre- quiere que Federico investigue las intenciones de su padre -un rico mujeriego habitual del papel cuché- respecto a su testamento ¿Son ciertos esos rumores que apuntan a que Natalia va a quedarse sin heredar la fortuna de su padre simplemente por el hecho de haberse hecho transexual? ¿Tanto ha defraudado a su padre la noticia como para dejarla fuera de su testamento?

Federico, un personaje sin más pretensiones que sobrevivir cada día, inicia sus pesquisas en un ambiente que recuerda las novelas más "detectivescas" de Eduardo Mendoza, con la casualidad, el humor y las situaciones estrambóticas como telón de fondo. La novela, de hecho, puede entenderse como un claro guiño a las novelas del personaje sin nombre de Eduardo Mendoza ("El laberinto de las aceitunas", "El misterio de la cripta embrujada", "El enredo de la bolsa y la vida"...), si bien la relación de Federico con su madre o la estructura del libro -capítulos cortos, presentados a modo de escenas, con cambios de voces en momentos puntuales- dan cierta frescura a la obra respecto a las de Eduardo Mendoza. Así que si alguien en España temía por el legado del escritor catalán que no desespere: Alba Carballal (Lugo, 1992) parece una digna sucesora para recoger el testigo de ese humor surrealista y absurdo. Ojalá vengan otras.




No hay comentarios: