martes, 18 de mayo de 2010

Tres Vidas de Santos


Autor: Eduardo Mendoza
Editorial: Seix Barral, 2009
Encuadernación: Tapa Blanda

El último libro de Eduardo Mendoza, Tres Vidas de Santos, es una recopilación de tres cuentos, que difieren en ambientación y extensión, aunque todos tienen el sello inconfundible del autor: una escritura precisa y en apariencia compleja, pero divertida y fácil de llevar.


A mí la historia que más he gustado ha sido la primera, titulada La Ballena, que está ambientada en Barcelona. El cuento arranca cuando se produce en la ciudad catalana un encuentro mundial de altos cargos eclesiásticos. Una familia catalana, con aspiraciones de pertenecer a la clase burguesa, decide ofrecerse voluntaria para alojar en su casa a un obispo sudamericano, al que esperan impaciente durante las primeras páginas del cuento. Cuando se produce el encuentro, el obispo resulta ser menos imponente y más reservado de lo que todos esperan. Rechoncho, moreno de piel y siempre ausente, la familia apenas se relaciona con el prelado, más pendiente de descansar tras los ajetreados días de reuniones con otros obispos. El giro en la historia se produce cuando, terminado el encuentro eclesiástico, el obispo debe volver a su país de origen, en el que hay conflictos políticos por lo que tiene que retrasar su marcha a Sudamérica. Lo mejor del cuento, a mi parecer, es que los personajes están muy bien dibujados a partir de entonces, y todos ellos interactúan mezclando sus miedos y sus deseos.


El segundo cuento, El final de Duslav, es quizás el peor de todos y está ambientado en África, donde Duslav recibe un telegrama con la noticia de que su madre ha muerto. El telegrama informa también a Duslav sobre la entrega de un premio en Europa, hasta donde Duslav decide viajar para recogerlo en nombre de su madre. Por el camino, Duslav reflexiona sobre la vida y termina expresando su opinión sobre el mundo en el discurso que da cuando recoge el premio. Como el cuento es corto, tampoco hablo demasiado de él, pero creo que es un poco insulso, quizás lo menos “Eduardo Mendoza” que he leído en Tres Vidas de Santo.


Creo que el tercer relato es el más “amigable” y el que quizás pueda gustar a más gente porque el autor se sumerge en las aventuras del que más tarde será su personaje de novelas policíacas. Con él, nos metemos en la cárcel, donde una profesora de literatura recorta textos para que los reclusos los lean y discutan en sus clases. La tarea es sencilla para todos, y la profesora sabe que la mayoría de los alumnos están allí para mejorar su imagen y reducir su condena por buen comportamiento, por lo que toma sus responsabilidades con cierta dejadez y monotonía. Si bien en este curso hay alguien extraño, alguien distinto que tras el primer día de clase, reconoce que el texto que tenían que leer “está bien, pero le faltan trozos. Es como si la historia no estuviese completa…”. La profesora recorta los textos a conciencia para hacerlos más llevadores pero ningún recluso lo ha notado jamás en sus años de profesión. Además, el recluso es neófito en la lectura y reconoce que jamás había sentido antes interés por la misma. ¿Cómo ha descubierto que al relato le faltan trozos? Sencillamente, tiene un don para leer, así que poco a poco, el alumno va sintiendo interés por la lectura, y llega a hacerse responsable de la biblioteca… Lo que resulta a partir de aquí, es fácilmente imaginable, pero lo dejo para lectores interesados.


2 comentarios:

AlmaLeonor dijo...

¡Hola!
Compré este libro en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión hace un mes. Aún no lo había leído, pero me has animado a que sea el siguiente.
Besos.AlmaLeonor

jerrewell dijo...

¡Espero luego tu opinión! Yo creo que se lee fácil y entretiene.