miércoles, 17 de septiembre de 2008

EXPLORADORES DEL ABISMO

Autor: Enrique Vila-Matas
Editorial: Anagrama (Narrativas Hispánicas)
Año: 2007
Número de páginas: 287

En Exploradores del abismo nos encontramos con una nueva atacada del autor a sus temas predilectos, esta vez desplegada en una colección de relatos entre los que las astutas manos del ilusionista Vila-Matas enredan apariciones y motivos que, casi de forma invisible, dotan de unidad al conjunto. Puede que en la superficie parezca un alejamiento de la heterodoxia formal a la que tiene acostumbrado a sus lectores habituales. Y, sin embargo, la intertextualidad, la autobiografía real e inventada, la reflexión en torno al arte de contar, los argumentos y personajes inusitados son recursos que subsisten tanto como en otras de sus obras. Comentar al detalle cómo Vila-Matas los combina merecería bastante más espacio que el ofrecido por este humilde blog; de modo que voy a centrarme sólo en algunas de sus brillantes artimañas narrativas.
A pesar de que los cuentos puedan leerse sin recurrir a los demás, la existencia de un prólogo y un epílogo ya nos incita a considerarlos como partes integradas en un proyecto global. Pero hay otro tipo de vínculos. Maurice Forest-Meyer es el funambulista que camina sobre el abismo en un fino cable que entrelaza los relatos, como narrador en «Fuera de aquí”; como aparición casi accidental en «Materia oscura»; como pariente del protagonista en «Así son los autistas»...: metáfora unificadora de todos los exploradores de abismos que los protagonizan; entre ellos, el propio autor. Que todas estas instancias narrativas esconden a Vila-Matas, arquitecto de ficciones o de realidades ficticias, se infiere de las más o menos sutiles señales incrustadas en los cuentos: Ese equilibrista francés —que por incongruencia de fechas no puede identificarse como Philippe Petit—, cuya voz les recuerda a los protagonistas de «Materia oscura» a la de su enigmático vecino, creador de sus propias vidas, dios. Valga este comentario para ejemplificar de qué tipo de conexiones estamos hablando. De todos modos, Maurice Forest-Meyer —Vila-Matas trasmutado en equilibrista— es sólo uno de los hilos que tejen esta colección de historias, aunque el más grueso.
Hay motivos argumentales que se repiten: Luc, en «Así son los autistas», que decide hacer realidad el inexistente viaje ganado en una tómbola ficticia, peripecia que resurge algo transformada —y con mayores implicaciones intertextuales— en «Porque ella no lo pidió». Pero el entramado no se agota en la obra que comentamos, sino que alcanza a sus textos anteriores; las coincidencias entre su novela El mal de Montano y los relatos titulados «Niño» y «Porque ella no lo pidió» puede ser otro de estos nudos narrativos. Se trata de un rasgo sintomático de su escritura, perfectamente constatable en el último cuento mencionado: La reescritura, la autorreferencia, la intertextualidad, la autoficción y la metanarración; la realidad literaturizada, la literatura «realizada». No en vano el autor nos sugiere: «[…] Si alguien no me ha leído nunca y quiere saber cómo escribo, lo mejor que puede hacer es acercarse a Porque ella no lo pidió, que yo creo que es el texto más representativo de toda mi obra». (Quimera 295 [junio, 2008], pág. 48).
Pero quedan más interrogantes de necesaria respuesta para lograr un acercamiento interpretativo. ¿A qué abismos nos enfrenta Vila-Matas? Los abismos son diversos, algunos son literarios y otros tienen consistencia fuera de la página escrita. El abismo puede ser la muerte (es quizás la lectura más asequible), como en «El día señalado»; puede ser la soledad y la incomunicación («Amé a Bob», «Así son los autistas»); puede ser nuestro peor defecto («La modestia»); la frustración de una vida no deseada («Fuera de aquí»); y es, por supuesto, el espacio entre la realidad y la literatura («Porque ella no lo pidió»), una frontera que Vila-Matas no se cansa de explorar.

Opinión de Imaginaria